
¿La propiedad intelectual limita el empuje de la Red?, ¿Deben cobrarse los derechos de autor?, ¿Están los creadores suficientemente protegidos?, ¿Es justo que no se protejan a los creadores?. Esta son algunas de las preguntas que se plantean en la imperecedera pugna entre aquellos que apoyan la protección a la propiedad intelectual y los que la consideran un impedimento para el progreso.
El derecho a la propiedad intelectual controla el uso de aquellas creaciones del trabajo individual o corporativo y asegura que el beneficio del uso o reproducción redunde en los creadores, según señala Javier Cremades en el libro "Micropoder. La fuerza del ciudadano en la era digital". Por su parte Internet, tal y como afirmaba Tim Berners-Lee es una "creación social" diseñada para ayudar a la gente a trabajar juntos. Hoy en día esta idea planteada por el prestigioso informático se ha cumplido y la Red se ha hecho grande gracias a las aportaciones de miles de personas que intervienen en ella y lo hacen sin ánimo de lucro. Lo cierto es que cada vez que pinchamos en un link estamos haciendo copias de información gracias a la estructura hipertextual que permite y necesita Internet.
Si se protegiese de manera desmedida el derecho a la propiedad intelectual, sin embargo, se pondría un límite al progreso. Pero por otro lado cabe afirmar que el copyright es el sueldo de los creadores y la asuencia de este hace que los autores que no pueden vivir de su obra busquen otras ocupaciones más lucrativas, estableciéndose también límites al desarrollo cultural. Para evitar que esto ocurra se han planteado varias medidas. De esta forma, Javier Cremades señala el Digital Rights Management, sistema de gestión destinado a proteger el derecho de la propiedad intelectual, que no se ha llevado a cabo en España o el Canon digital fruto de la reciente reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, que establece un canon que el comprador debe pagar en proporción al coste final del aparato o equipo sobre el que recaiga. Medidas que quizás no sean las más apropiadas.

Y es que cabe preguntare, ¿es pirata aquel quien para su uso personal toma un contenido que aparece de manera gratuita en la Red?. Lo cierto, es que no lo es porque no busca ningún fin lucrativo sino que busca obtener los bienes de la manera más sencilla y económica.
La abolición del derecho a la propiedad intelectual relacionada con la explotación económica no quiere, sin embargo, decir que nos encontramos ante el fin del desarrollo cultural sino que es necesario que se produzca una adaptación a la nueva realidad en la que nos envolvemos. Deberán reconfigurarse los modelos de negocio y dejar que siga haciéndose grande Internet con la participación de los usuarios.
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